¿Puede el relato literario, a modo de microcuento, sin perder sus aditamentos básicos propios &#151intensidad, tensión, significación, según nos indica J. Cortazar&#151, resumir su contenido drásticamente hasta reducirse a una media línea de una página? La respuesta &#151como es bien sabido&#151 no sólo es afirmativa, sino que el cultivo de las microficciones, que hunde sus raíces en la remota tradición oral, se populariza a lo largo del tiempo avanzando hasta alcanzar su madurez literaria en la segunda mitad del siglo XX.
Esta página propone relatos propios de extensión muy reducida y una muestra de ejemplos famosos de microrrelatos y nanorrelatos de autores insignes.



l término microrrelato hace referencia a una construcción literaria narrativa distinta de la novela corta o del cuento y caracterizada por su brevedad res-pecto a esos formatos. Tal construcción se acuña también con los nombres de microcuento o cuento brevísimo, de mi-croficción o minificción. Autores insig-nes, como Jorge Luis Borges, Julio Cortazar, Gabriel García Márquez, Juan José Arreola, Marco Denevi o Augusto Monterroso, en Hispanoamérica, y Luis Mateo Díez, Max Aub o Antonio Pereira, en España, han cultivado con mucho éxito este género de difícil clasificación y cuyos recursos estilísticos, por sal-tarse las barreras genéricas de la narrativa, el ensayo o la poesía, abocan a su naturaleza híbrida. La caracterís-tica de brevedad es, no obstante, bas-

tante ambigua, ya que puede oscilar desde unas pocas palabras a algunas páginas. Esta economía del lenguaje en el microrrelato no debe ser obstáculo para que cumpla con las normas pro-pias de la narratividad y, con ello, dife-renciarse de las meras frases ingenio-sas, los aforismos o los miniensayos. En cuanto a su temática, es plural y se extiende desde la pura ficción hasta el uso de la intertextualidad. Los recursos típicos de los microrrelatos son el uso de la ironía, las alteraciones de la lógica, la creación de puntos de vista diferentes o únicos, el contraste entre épocas, la presentación de desenlaces inesperados, etc.
Los nanorrelatos son construcciones literarias narrativas de extensión aún menor que el microcuento; son his-torias de contenido hiperbreve, en general reducido a media línea de texto, o bien, compuesto de unas pocas
palabras a menudo dispuestas en dos líneas, por lo común en forma de diálogo. Su peculiaridad más notoria es su drástica brevedad. Suele identificarse el nanorelato con el relato hiper-breve y no debe contener más de 150 caracteres contando letras, espacios y signos de puntuación (por ejemplo, el siguiente nanorrelato, titu-lado “Mostruo”, de Ángel Oleoso: "¡Eres un monstruo!”, le gritó ella. Él asintió con lo que parecía su cabeza. tiene 84 caracteres.) Por término medio, la extensión del nanorrelato es de 10 palabras contando el título. Dada esta exigua extensión, lo que se expresa en él es una pincelada de la historia &#151ex-plícita o implícita&#151, sea ésta referente al desenlace, al planteamiento del conflicto de los personajes o al punto álgido de aquélla.
Las respuestas a las preguntas que cada lector, con su capacidad imaginativa, se plantea tras una primera lectura del nanorrelato completan imaginativamente el cuadro narrativo que el autor sugiere. Precisamente la capacidad de sugerir, de interesar, de sorprender avala la calidad y autenticidad de la situación narrativa.
Son notas típicas de los nanorrelatos, aparte de su concisión, la estructura narrativa, el efecto que debe provocar en el lector, el estímulo interactivo escritor-lector dirigido ya desde el título elegido para la historia y la elección y disposición del texto.
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viernes, 2 de marzo de 2012

Pareja

Él era blanco, ella, negra. Su amor era mulato.

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